Resiliencia es la capacidad de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas. Las personas resilientes no solo son capaces de superar adversidades sino que hacen pie en ellas para crecer y desarrollar al máximo su potencial. El presidente Macri sabe de qué se trata. Su propia carrera política es un ejemplo de actitud resiliente.

Tras una exitosa gestión en el club Boca Juniors, fundó Pro y en 2007 fue elegido Jefe de Gobierno de los porteños. En las elecciones parlamentarias de 2009 formó Unión Pro, cuyo candidato, Francisco de Narváez, derrotó a Néstor Kirchner, Scioli y Massa. En el año 2011, recibió presiones para ser candidato a presidente, pero lo desechó por prematuro y fue reelegido en la ciudad de Buenos Aires. En octubre de 2013, luego de la victoria de Pro en las elecciones legislativas porteñas, anunció que sería candidato a presidente. En ese momento, ningún analista y muy pocos ciudadanos creían que Macri tenía chances serias de llegar a la presidencia. En marzo de 2015, su paciente labor con el radicalismo le entregó una gran victoria política: en la Convención de Gualeguaychú los radicales aceptaron ir a una PASO conjunta con Macri y Carrió, con Sanz como candidato. Nacía Cambiemos. El gran derrotado fue Massa. Hasta agosto la prensa en general y buena parte de la oposición ciudadana al kirchnerismo se dedicaron a presionar a Macri para que incluyera al Frente Renovador de Massa en las PASO de Cambiemos. El argumento principal era que sin una pata peronista no se podían ganar las elecciones presidenciales. Macri se negó alegando que no era creíble prometer un cambio con funcionarios del kirchnerismo y continuó con su intensa campaña de visitas a domicilios y ciudades de todo el país. Para enfrentar a los candidatos del FPV y de Massa para la gobernación de la provincia de Buenos Aires designó sorpresivamente a María Eugenia Vidal.

En las PASO de agosto, el FPV obtiene el 36,5% frente al 31,3% de Cambiemos y el 21,4% del Frente Renovador. En las elecciones presidenciales del 25 de octubre, Scioli obtiene un apretado triunfo con el 37,1%, Macri el 34,1% y Massa el 21,4%. Pero el gran batacazo se produce en la provincia de Buenos Aires donde Vidal derrota a Aníbal Fernández. En la campaña por la segunda vuelta presidencial, el kirchnerismo se lanza a una masiva campaña negativa para asustar al electorado. Macri se mantiene en su estrategia de no confrontar y el 22 de noviembre es elegido Presidente de la Nación Argentina. En apenas doce años ha llegado a la máxima magistratura.

Habiendo desmentido con hechos un sinnúmero de opiniones contrarias, ¿es correcto hablar de un milagro político? ¿o es preferible pensar en el triunfo de una firme convicción sobre una demanda de cambio que nadie entrevió mejor que Macri?

La crisis económica actual pone nuevamente a prueba la capacidad de resiliencia de Macri. Se habla de errores no forzados, de la ausencia de política, del gobierno de los CEO, de no contar con un ministro de Economía, o, lo que es aún peor, de que el Gobierno no tiene un plan. Es cierto que ajustar tarifas de servicios públicos, liberar el cepo del tipo de cambio, comenzar a pagar la deuda externa luego de levantar el default y bajar impuestos eran objetivos casi imposibles de compatibilizar con una reducción de la inflación. Seguramente se pecó de voluntarismo pensando que la imagen y el discurso del nuevo gobierno bastarían para atraer una lluvia de inversiones. Pero aún reconociendo esos excesos de optimismo, no se justifica criticar el gradualismo con el diario del lunes, olvidar la minoría parlamentaria en que estaba Cambiemos y el persistente recuerdo del fracaso de la Alianza que asechaba si se proponía una política de shock para reducir el déficit fiscal. Tampoco es razonable que no se reconozcan logros fundamentales. No es aceptable creer que la lucha contra la corrupción y el narcotráfico son un milagro inesperado y no el fruto de valores y de acciones puestos en marcha por el presidente Macri. O que una multitud de obras nos cayeron como el maná del cielo. O que Vaca Muerta y las energías alternativas que cambiarán nuestro futuro finalmente arrancaron por un designio divino. Nada de eso es casual. No aterrizó un marciano en la Pampa y lo hizo. Pareciera que se olvida que tras setenta años de decadencia Macri está al frente del intento más serio de cambiar la Argentina corporativa y que su fracaso sería el fracaso de una Argentina moderna y republicana. Que nadie se haga el distraído. Ese es el plan.

Macri es quien mejor sabe que millones de compatriotas que apoyan el cambio están golpeados por la crisis económica. Pero si resiste, si se mantiene piloteando la nave argentina contra el huracán de problemas que lo azotan, sabrán reconocer su liderazgo. Es hora de resistir los cantos de sirena de los gladiadores del atraso, de la clase política y dirigente que nos trajo hasta este presente indigno del sueño de nuestros mayores.

Es tiempo de resiliencia, del estoico soportar y aguantar hasta que el horizonte se despeje. El tiempo en que transformar ideales en logros concretos parece una misión imposible. ¿Volverá Macri a desmentir a sus críticos, como lo hizo en su carrera de honores hacia la presidencia, triunfando en las elecciones del 2019 ? El veredicto lo dará la sociedad argentina, máxime artífice del anhelo de cambio.

Publicado en La Nación
https://www.lanacion.com.ar/opinion/tiempo-de-resiliencia-para-macri-nid2190291