En el Centenario, el proyecto de educación, inmigración y fomento de inversiones de la Generación del 37 era una realidad. El milagro argentino, que había nacido de la revolución institucional de 1853, se demuestra con datos concretos: en el período 1870-1913, fuimos el país con mayor crecimiento del PBI per cápita del mundo, con una tasa promedio del 2,5% anual. En virtud de ello, comenzamos a ser reconocidos mundialmente por un nombre simbólico: el granero del mundo. El progreso económico y desarrollo cultural se prolongaría hasta 1930, pero en términos de analizar nuestro presente político se puede establecer que esa trayectoria histórica inició su consolidación definitiva a partir de un acontecimiento político que hasta el acto del 15 de julio pasado en Palermo no se había repetido en nuestra nación: el mitín del Frontón del 13 de abril de 1890. Ese día, una extraordinaria conjunción de todo el arco opositor se había congregado, dejando atrás sus profundas divergencias, para enfrentar el Unicato del Presidente Juárez Celman. Políticos, intelectuales, líderes sociales, católicos, liberales, militares, caudillos populares, figuras señeras como Bartolomé Mitre, Leandro N. Alem, Hipólito Yrigoyen, Aristóbulo del Valle, José Manuel Estrada, Pedro Goyena, Vicente Fidel López, Bernardo de Irigoyen, Lisandro de la Torre, Adolfo Saldías, Marcelo T. de Alvear, Luis Saénz Peña, Lucio López, entre muchos más, se unieron para purificar el régimen político alumbrado por Roca, a quien Juárez Celman debía por completo su poder desde su asunción presidencial en 1886, y constituyeron la Unión Cívica, de la cual al año siguiente se desprendería la Unión Cívica Radical bajo el liderazgo de Alem. La historia es bien conocida. El presidente Juárez Celman había reunido en su persona el Poder Ejecutivo y la presidencia del todopoderoso Partido Autonomista Nacional en el régimen del Unicato, y se había aislado de la sociedad política y civil gracias a una época de crecimiento descontrolado y especulación bursátil que finalmente desembocaría en la crisis económica de 1890, la peor sufrida por el país y que sólo es comparable con la que vivimos en el 2002. En julio estalló una revolución cívico-militar, que fue derrotada por la pericia de Roca, pero debilitado y sin sostén político, Juárez Celman renunció a la presidencia, asumiendo el gobierno el vicepresidente Carlos Pellegrini. Bajo su firme mando, que le significó ser admirado como “piloto de tormentas”, el país consolidó la era del granero del mundo.

El granero del mundo en 1910

En 1876 se realizó la primera exportación de trigo, mientras que la superficie agrícola sembrada ascendía a aproximadamente 500.000 ha. En 1914, se sembraban 22.000.000 de ha. En 1880 existían 8.000.000 de cabezas de ganado vacuno; en 1910, se habían elevado a 29.000.000. En 1883 se fundó el primer frigorífico, factor decisivo que permitió que las exportaciones de carne pasaran de alrededor de 30.000 tn a 430.000 tn en 1914. Este año la Argentina ocupaba entre el primer y el tercer lugar como país exportador de carne congelada, trigo, maíz y lino. La confianza que generaba esta capacidad exportadora incentivó un extraordinario flujo de inversiones. Basta pensar cuál sería el valor en miles de millones de dólares actuales de la monumental infraestructura construida en ferocarriles, puertos, usinas eléctricas, alambrado y maquinaria agrícola, fundación de ciudades (con el ejemplo mayor de La Plata), grandes edificios como el Congreso, el teatro Colón, el Palacio de las Aguas Corrientes, centenares de escuelas, hospitales, el primer subterráneo de América Latina, etc., y cuan atractivo resultaba el país para millones de inmigrantes, para tener una idea de la pujanza económica que se vivía en el Centenario. 

¿El granero del mundo en 2010?

Por primera vez en décadas, los actuales términos de intercambio son comparables con los que existían en 1910, pero debe destacarse que el ciclo ascendente recién se inició a partir del 2003. Por ello, no explican el extraordinario aumento de la producción de cereales y oleoginosas, enteramente debido al esfuerzo e inversión de los productores, que logró elevar la producción de 44.000.000 de tn en 1995 a 94.000.000 de tn en 2007.  A la vista de este excepcional contexto interno e internacional, que bien aprovechado podría atraer inversiones multimillonarias, la crisis política provocada por la fijación de retenciones móviles a la producción agrícola resulta, además de un colosal error de cálculo, un augurio para la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Aunque todavía no nos demos cuenta, quizá el mitín de Palermo, tan espontáneo, abarcativo  y heterogéneo como el de 1890, represente el inicio de una nueva época histórica, en la que una vigorosa democracia institucional constituya el eje de un Pacto del Bicentenario con mayúscula, destinado a reemplazar el autoritarismo, el pensamiento único y la confrontación como expresión de una antipolítica cortoplacista y anacrónica.

Publicado en La Prensa